19 ago 2011

Dulces

Siempre le gustó la vista que asomaba por su hombro. Dulce como la brisa en verano, como el sol cuando te calienta la piel y sonroja sus mejillas. Su cintura era estrecha.Los huesos de su cadera chocaban con mis manos frágiles y frías. Su cabello oscuro, se enreda en mis dedos y la sonrisa al viento. Lleva un trozo del pastel que preparó ayer a su boca. Sonríe. Es delicioso. Ella siempre supo como hacerlo. Se acerca. Siente un escalofrío. Sabe bien, es dulce. Él no lo entendía pero yo lo salvé. Tenía que hacerlo y sin mirar atrás, suví al avión sin decirles adiós.